Atun Grande / Bluefin Tuna
Una captura para la historia.
(Empezar de reporte largo aqui)(Para el reporte mas corto, empezar mas abajo)
Todo empieza con un deseo, algo que a uno le gustaría vivir esa experiencia. Mi mente se pierde entre visiones imaginarias de ese momento, siento como la alegría se apodera de mí y con todo ese entusiasmo vivo un momento que todavía no ha existido y solo está en mis sueños. Por un tiempo guardo ese sueño en una gaveta de la sub conciencia y en el momento preciso ella me recuerda de mis visiones. Así fue con esta ultima pesca que realice, empezó con una idea de pasear la costa Este de los Estados Unidos para ver lugares nuevos y ver el cambio de temporada en las hojas de los arboles. De esa manera mi esposa y yo íbamos a celebrar nuestro aniversario. La idea era de manejar hasta el estado de Maine, y cuando miro el mapa de pronto veo bien grande tres letras, PEI. Cuando vi esas letras, se me prendió el bombillo, las visiones que tuve de pescas las vi muy claras y cuando vi que íbamos a estar a solo 8 horas del lugar, el sueño se veía posible. Prince Edward Island (PEI) es conocida como la capital de las tunas aletas azules. Una isla en Canadá donde se puede decir termina la costa Este de América. A mi esposa le gusta la idea y puse el plan en acción. Metódica mente sacando las cuentas de las millas las horas y todo para ver que día podíamos realizar esta pesca en el medio de nuestro viaje. Hable con tres capitanes diferentes y me dijeron que era la época de las tunas. Nos fuimos con nuestras botas de pescas a buscar nuevas aventuras. Aunque todo eso lucia bien lejos, no por las millas en carretera, pero por que todo tenía que coincidir exactamente con el clima. Empezamos nuestro viaje disfrutando de diferentes lugares muy panorámicos. Uno de ellos fue del pueblo de Gloucester, Massachusetts, un pueblo pesquero donde se encuentran los barcos de Wicked Tuna. Eso fue como echar leña al fuego y las ganas de pescar se multiplicaban por minuto. Todo se desrumbo al ver que el pronóstico del tiempo de pronto estaba contra nosotros, con olas de 4 a 6 pies iba a ser muy difícil realizar la pesca. No perdí las esperanzas, ya que faltaban unos días y se me hacía difícil aceptarlo. Paseando, tuve un ojo en los lindos lugares y otro ojo revisando el pronóstico. Hasta que vi lo que esperaba, un día se abrió entre el medio de dos frentes fríos. Decía que empezaría el día con olas de 4 pies pero poco viento y después iban mejorando las olas. Por suerte uno de los capitanes tenía ese día disponible y me dijo que el también lo veía bueno. Entusiasmado, tuve que tramar un plan de ataque, rápido cambiar los planes, reservaciones y todo para hacer esto posible. Le había mencionado a mi esposa que hubiera sido bueno haber tenido dos buenos pantalones overol de pescas, así no nos mojábamos y eso aguantaba mucho el frio. Ese mismo día, ya tranquilos, terminábamos de pasear y estaba en camino hacia el hotel en Bar Harbor Maine, un pueblo bello al lado del mar que es muy famoso por su pesca de langostas. Por cosas de la vida, de pronto veo un pequeño cartel electrónico que decía, “15% off Grundens”. Doble rápido hacia el parqueo y entre a la tienda de artículos de pescas. No lo podía creer, tenían los pantalones overol que yo quería y con descuento. Mi esposa me pregunto que como me di de cuenta de la tienda. Y le explique que yo sabía que la marca de esos pantalones era Grundens y que de casualidad ese cartel en ese preciso momento que yo mire, me lo mostro. El cartel cambiaba la información y tuvimos que esperar unos cuantos minutos para enseñarle lo que vi. Eso, son cosas que están para uno, no existe otra explicación.
(Empezar reporte mas corto)
Al fin llego el día, yo estaba entre nervioso y entusiasmado. Trate de no pensar que esto era algo grande para mí, y trate de cambiar el sentimiento más hacia un día común de pesca. Después de saludar al capitán Mark y su ayudante Cody, soltamos los cabos y nos fuimos hacia el mar. La primera tarea fue de pescar carnadas vivas, Tinker Mackerel era lo que buscábamos y en poco tiempo el capitán las encontró alrededor de los 90 pies de profundidad. Con línea a mano, nos dimos gusto sacando buenas carnadas y nos quedamos con las más grandecitas y medianas. El vivero se veía lleno de esperanza, esas carnadas representaban la buena acción que íbamos a buscar. La flota entera de barcos atuneros estaba en esta área. La mayoría pescando carnadas y dos dichosos barcos corriendo atrás de las tunas que habían enganchado en ese mismo lugar. Eso era bueno, ya ver a otros batallando. Pero el tiempo paso y nuestras carnadas seguían buscando al predador, pero todavía nada. En ese tiempo hable mucho con el capitán y su ayudante. Hablamos del plan, las buenas prácticas, todo para así poder aumentar las posibilidades de pescar un trofeo. Cada uno teníamos nuestras tareas como equipo de pesca. Los barcos se fueron alejando en búsqueda de otras aéreas. Ya habían pasado alrededor de 2 horas sin ver nada, ni carnada, ni picadas. Yo les seguía afirmando que yo sabía que esto era así, que el pescador de trofeos tiene que ser paciente y buscar las oportunidades. Ellos me demostraron que tenían confianza en mí al igual que yo a ellos, les afirme que no había presión y que yo tenía confianza en sus habilidades. Así el sentimiento era más de pescar entre amigos y en equipo. Nos empezamos a mover, el capitán quería probar otro lugar donde las había pescado recientemente, todos en la flota estaban buscando igual. Con el barco en marcha me senté en la silla de batalla atrás en la popa. Mirando para todos los lados a ver si veía algo. De pronto veo un faje en la superficie con tremenda explosión de agua, una explosión violenta como antes yo nunca había visto. Corrí hacia el capitán y le apunte, cambio el rumbo y casi llegando, una tuna inmensa brinco delante de nosotros como tres pies por el aire. Que emoción ver aquello, no solo para mí, pero también para ellos. Rápido aguantamos la marcha y nos dejamos llevar por la corriente y leve aire, haciendo la pesca a la deriva. Soltamos dos buenas carnadas vivas al vuelo. Cada una con anzuelo circular enganchado en el lomo y con fe de que íbamos a enganchar. El área lucia pescable. Estábamos muy cerca de una línea de corriente, se veían algunos pájaros tirándose y lo mejor es que se veía el agua hervir de las escuelas de carnadas en la superficie. Todo esto nos motivo y estábamos alerta de todas las carnadas y las tareas por venir. Para confirmar mas todavía que estábamos en un buen lugar, las explosiones de fajes y las tunas rompiendo la superficie unos cuantos pies en el aire fueron gran aliento a lo que podía venir. El capitán soltó una carnada guindando de un papalote, eso se veía que fuese una gran tentación para una tuna. Todos estábamos enfocados en esa carnada cuando de pronto aquel sonido que todo pescador anhela, ZZZZZZZZZZZZZZZZZZ, se disparo un carrete y la chicharra sonaba rica sin parar. El carrete de tamaño 130 de pronto no lucia tan grande ahora que estaba botando toda su línea en la picada inicial. La chicharra sonaba como una alarma de fuego que hizo que todos nos movilizáramos con nervios enfocados. El capitán graduó el freno, Cody recogió las otras dos varas, yo ayude con el papalote y prendí una cámara, mi esposa ya tenía la otra cámara de video en mano. Todo eso fue en segundos, y verán en el video el corre corre. Acto seguido el capitán corría hacia el mando para perseguir a lo que estaba enganchado a lo último de la línea. Nada más que dejo la vara, yo la fui a atender y todavía aquel animal estaba sacando línea. Tuvimos que cambiar de pronto nuestro plan de batallar en la silla, y seguí batallando desde el porta vara, ya que lo más importante en ese momento fue recuperar línea y fue crucial no dejar que la línea perdiera presión. Recogí línea estilo Wicked Tuna, ayudando al carrete jalando línea con la mano. Llegamos a controlar el faje inicial, y fue cuando hicimos entonces el cambio hacia la silla de batalla. Eso es un momento peligroso y se debe hacer bien rápido ya que en ese momento el capitán no está guiando el barco y el pescador no está recogiendo. Fue un momento intenso por la fuerza que tuvieron que hacer los muchachos para sacar la vara del porta vara. Ya yo los estaba esperando para enganchar el cinturón de combate. Pero en ese momento el atún decidió ir para el otro lado, doblaba la vara de una forma hacia un lado moviéndonos a mí y a Cody el ayudante, haciendo el enganche del cinturón un poco más difícil. Les puedo decir que solo darle vueltas a la manigueta a ese gran carrete fue una tarea agotadora. Pensé que le estaba ganando desde el principio de la batalla, pero eso solo fue porque se había enredado la línea en la cola y la estaba arrastrando hacia atrás. Eso ayudaba en traerla cerca y cansándola, pero era muy peligroso porque la línea se podía partir en cualquier momento con los fuertes colazos que daba. De pronto se fue la tensión, la vara perdió la joroba y exclame un grito “NOOOO!!!”. Recogí como un loco, sin parar, todavía se me pone el corazón en la garganta escribiendo de ese momento, que angustia. Sentí de nuevo la presión y una tremenda corrida que aunque me saco mucha línea también me devolvió la vida. La batalla seguía, y los dos nos estábamos cansando. Eso pense hasta que me dio una tremenda corrida que me levanto en peso, me pego la vara a la banda del barco y tuve que tirar todo mi peso hacia atrás para recuperar mi posición y seguir dándole al carrete. La línea se empezó a levantar hacia la superficie y le di con todo para recoger constante. Al fin la vimos a 50 pies atrás del barco, esa imagen la tendré tatuada en mi mente toda mi vida. Que tremenda cabeza de tuna se veía, y su cuerpo ancho de lado se deslizaba en cámara lenta como si estuviera posando para la cámara. En ese momento la llegue a pegar en el lado babor del barco. Cody empezó a trabajar el leader, mi esposa en el mismo medio de toda esa batalla tomando videos espectaculares y el capitán maniobrando el barco para que la tuna no se metiera a bajo de la propela. Los cuatros en equipo poniendo todo nuestros esfuerzos para ganarle al contrincante. La cola siempre salpicando agua y se fajo tan duro, que Cody tuvo que soltarla para no romper el avió. Dio una pequeña corrida, pero yo sabía que este era el momento crucial y pude recuperar dándole media vueltas al carrete y bombeando la vara en cortos tramos. El bichero en mano pudo garantizar la captura cuando al fin se clavo en la boca. Aunque eso solo duro unos segundos, para mí fue una eternidad esperar para salir de la silla y poder apreciar bien al ejemplar. No fue una de las bestias más grandes, pero fue una tuna grande, y más cuando es la tuna más grande que he pescado. El capitán y Cody me dijeron que fácilmente pesaba 350 libras, se veía ancha y tenía alrededor de 6 pies. La practica mayormente es de pesca y libera, y mientras la revivíamos le tirábamos fotos, videos y admiramos este fenomenal ejemplar. El barco tiene la banda bien alta y es difícil tomar fotos con uno al lado del pescado. Me hubiera gustado levantarlo o tirarme en el agua para que la foto mostrara mejor su gran tamaño, pero es imposible levantarlo sin matarlo y yo no me iba a tirar en esas aguas heladas, jajajaajaja. Así y todo tomamos buenos video y fotos para hacer este reporte, cual mi esposa se esmero corriendo por todo el barco para capturar la acción. Todo esto fue posible por todas las cosas que se fueron logrando para llegar a ese momento, yo los llamo milagros o buena dicha. También esta pesca se logro, por la guía que tuve, el capitán Mark y su mano derecha Cody, son lo que con su conocimiento y dedicación hicieron que se diera la buena pesca. Yo solo recogí y mayormente use los conocimientos que tengo de pesca para no hacer ningún error. Las imágenes espectaculares están grabadas en nuestras memorias por presenciar esto en vivo, no solo visual pero los sonidos de los fajes, la tuna dando coletazos al lado del barco, y esa chicharra del carrete que nos inyecto la adrenalina. Tambien muy vivido en mi mente estan esas explociones de las tunas saltando, eso no se olvida nunca. Para mí es una captura para la historia de mi vida, un gran momento que al final me dejo sin palabras y solo pude decirle a la cámara al final pocas palabras por lo emocionado que estaba. De alrededor 30 barcos ese dia, hubieron 15 picadas, de esa cantidad se fueron algunas y solo un porciento menor fueron pescadas y arrimadas a los barcos. Soy muy afortunado de poder haber pescado un atun de ese calibre y de compartir ese momento con mi media mitad.
La vida no se mide por la cantidad de respiraciones que tomamos, sino por los momentos que nos quitan la respiración, y este fue uno de esos. Por ultimo le quiero dar gracias a Dios, a mi esposa y a la naturaleza.