Odisea de jovenes pescadores

Éramos bien jovenes alrededor de los 17 años un buen dia en la escuela cuando tramamos nuestro escape y aventura de pesca. Los cuatro de nosotros, cual para esta anécdota seremos llamados por los siguientes nombres, el Gordo, el Buzo, el Mosquito y yo, El Cajil. El plan era de salir a pescar al mar, pero faltaba lo mas importante…el barco. Se nos prende el bombillo y convencemos al Gordo para que hable con su tio y nos preste el barco. El tio cual era pescador comercial y por lo regular no nos prestaría el barco, tenia que existir una buena razón unica que lo conmoviera a prestar su embarcación. Entonces inventamos una gran historieta. El Gordo fue al tio y le dijo que un grupo de muchachas querían salir a dar una vuelta en barco por la bahía y que el no quería perder esta gran oportunidad y por eso es que le pide este gran favor. También le dijo al tio que yo iba a estar en el barco, cual el tio me conocía como un muchacho responsable y de algunos conocimientos del mar. Para nuestra sorepresa la respuesta fue que “Si”, prestaba su barco con una condición, que se lo devolviéramos tal como lo entregaba. El Gordo acepto y rápido nos movilizamos con los preparativos para el gran dia de pesca.

Al dia siguiente, ni llegamos a la escuela, fuimos directo los cuatro de nosotros a la casa del tio por la madrugada. El camión en cual íbamos a remolcar el barco era del Buzo. El Buzo nos aseguro que su camioncito era poderoso con su transmisión de 4×4. El Mosquito aporto una nevera grande con hielo, cual rápido la llenamos de agua, refrescos y comida. Esa nevera pesaba una tonelada y con trabajo la subimos al barco. Yo aporte el avio de mi caja de pesca, carnada y lleve unas cuantas varas y carretes para todos. Mientras llenábamos el barco de 24 pies con todo eso, el tio nos observaba cuidadosa mente como de reojo. El tio nos ayudo a enganchar el barco al camioncito y nos leyó la cartilla. Pero de pronto muy en serio nos pregunto, que donde estaban las muchachas. Alguien le contesto que las muchachas iban aparte en su carro y nos esperaban en la rampa. Contentos salimos por la calle con aquel barco arrastre y nuestros espiritus por las nubes. Paramos para echar gasolina al barco y al camioncito. Nuestras billeteras se quedaron vacias y su perfil era mas flaco que el mismo Mosquito, nuestro compañero de pesca.

El Gordo echándole gasolina al barco se demoraba y demoraba,entonces fuimos a investigar que pasaba. Lo vemos mirando bien de cerca a la popa del barco y con cara de asustado. “Oye, pero tu todavía no haz echado gasolina”, le dijimos, “¿Que miras tan de cerca en la popa?”. Se le había caído la llave de abrir la tapa de la gasolina en un lugar muy peculiar y difícil de extraer. Resulta que el tanque de gasolina de este barco estaba en la popa, de lado a lado y del mismo alto. Un tanque customizado muy bien hecho pero con un gran defecto….que le dejaron una ranura de separación entre el tanque y la popa, exactamente el lugar donde la llave se cayó. A esa hora a tratar de buscar un perchero, la linterna y cualquier cosa que pudieramos inventar para sacar la llave, cual ninguna trabajo. Ya había pasado un buen tiempo y de pronto el tio pasa por la gasolinera y nos ve todavía por allí. “Que pasa”, dijo el tio, y le explicamos la situación. El tio nos miraba intrigado diciendo que nunca le había pasado semejante cosa, pero nos resolvió sacando la llave.

Listos con gasolina al fin estábamos en camino con el sol un poco mas arriba de lo que queríamos, pero no importaba ya que las ganas por pescar nos inspiraban. Rumbo a los cayos nos dirigimos, unos de los mejores lugares para pescar y esta oportunidad lo merecía. En camino una luz roja se prende en la pizarra del camioncito y el Buzo se estaciona en una gasolinera para investigar. Le echa un cuarto de aceite que le faltaba y seguimos el camino. Unas millas mas y otra luz roja se prende del camioncito, paramos en otra gasolinera para echarle agua o antifreeze al radiador ya que el motor se estaba calentando. Seguimos el camino pero el problema insistia. El camioncito se calentaba por la fuerza que tenía que hacer con el barco. Que problema, asi no podíamos seguir hacia los cayos, todavía estábamos en Miami. Tuvimos que cambiar el plan y nos conformamos saliendo por Key Biscayne usando la rampa de Crandon Park. Llegamos despacio para no mal tratar al camioncito y tiramos el barco al agua. La felicidad se notaba en nuestras caras, en poco tiempo íbamos a estar en el mar. El Gordo con el pecho muy empinado se da la posición de capitan del barco, levanta la tapa del motor dentro de borda para ventilar los gases y le da a la llave para arrancarlo. Runrunrunrun… runrunrunrun… runrunrun, el motor no arranca. El Buzo le dice al Gordo, “a mi me parece que lo estas ahogando con gasolina”, contesta el Gordo, “dejame a mi, que yo se lo que hago”. Tanto le dio que las baterías no tenían casi ni fuerza. Un espectador se nos pega al lado y le recomienda al Gordo que enganche los cables de las baterías en una forma que el motor de arranque tuviera mucho mas fuerza. Yo le dije que no debería conectarlo asi por que podía quemar el motor de arranque, pero el Gordo se fue por la opinión del extraño. Con solo un “run” el barco arranco y la gran idea funciono. El Buzo y yo siendo estudiantes de la mecánica marina no compartimos la misma opinión pero respetamos la idea. Todo parecía estar bien, esperamos un tiempo para revisar el motor y nos montamos en el barco. El Gordo da marcha atrás, endereza el barco y el barco sigue dando círculos…y círculos…circulos. El Gordo, se había quedado con el timon colgando en la mano, colgando en el aire ya que se había desenganchado por completo. Yo puse el barco en neutro mientras que Mosquito se tiro en el piso a buscar la tuerca y El Gordo corrió a buscar la caja de herramientas. Apretamos bien la tuerca y seguimos hacia la bahía en carcajadas por el susto que paso el Gordo con el timon, jajajaja.

Al fin, una rica briza en la cara y el sonido del agua contra el casco del barco en marcha por la Bahia de Biscayne. Contentos nos mirábamos, disfrutando del panorama de Stilltsville o mejor conocidas como Las Casitas. En aquel canal cortando el agua color esmeralda se podía ver las reflexiones de las casitas en el agua con sus colores radiantes de amarillos, verdes y rosados. En la salida nos encontramos con un mar que era un plato y nos dirigimos hacia el sur paralelo a la costa por Hawks Channel. El plan inicial de ir a pescar a los cayos no era factible ahora y el Buzo nos cuenta de un pesquero cual tiene una gran piedra que se podía ver de la superficie de lo grande que era y cual era un acuario rodeado de peces. Pues le seguimos la idea y a buen paso íbamos rumbo sur. Seguíamos y seguíamos, y el Buzo decía, “mas al sur, es mas al sur”. El Gordo preguntaba “donde esta esto?”, y el Buzo decía “un poco mas, ya casi llegamos”. Se demoraba tanto el viaje que Mosquito empezó con los chistes diciendo “yo creo que esa piedra es del tamaño de una pelota de ping pong”. Las risas hacian el viaje largo mas agradable. Todos estabamos buscando la piedra pero no se veía aquella gran piedra, y todo lo que el Buzo decía era “un poco mas al sur, sigue para el sur que la encontramos”. Llego el momento que el Gordo se puso furioso por lo lejos que nos habíamos ido y dijo que el no seguía mas hacia el sur. Yo me di cuenta que lo de la piedra era juego del Buzo y que el queria llegar a los cayos. Les recomendé unos cuantos arrecifes que estaban cerca y fue donde pudimos pescar. Disfrutamos un tiempo corto pescando algunas cositas como roncos, cojinúas y sobacos hasta que decidimos regresar ya que las horas del dia habían pasado y la pesca estaba mala. De regreso estábamos riéndonos de la piedrecita del Buzo, del carácter furioso del Gordo y de cosas de muchachos celebrando victoria, aunque no era por la pesca lograda, pero mas por el escape de la escuela y por estar libres en el mar.

Nos encontramos costeando Key Biscayne por el Farito cuando de pronto se apaga el barco y no arrancaba. Tiramos el ancla, estilo grampín, que rápido engancho para asi ver bien el problema. Levantamos la caja del motor para investigar. El Gordo coge la batuta y le dice a Mosquito que mirara por el carburador a ver si se veía gasolina saliendo cuando el trataba de arrancar. Mosquito decía que no veía nada y cada vez se acercaba mas su cara al carburador. De pronto el motor tira una explosión y Mosquito salta del susto, una bola de candela sale del carburador para arriba que si lo llega a coger lo deja como un fosforito. Hasta ese momento el Mosquito estaba ayudando, pero despues de ese susto se retiro para la punta del barco a coger sol. El Gordo seguía insistiendo dándole y dándole hasta que empezó a salir una nube de humo con olor a cable quemado de abajo del motor. Nos movilizamos con este gran problema mirando de donde era la quemazón, que se podia oler. Tuvimos que poner la nevera arriba de la proa donde el Mosquito era el encargado de aguantarla por que las olas la movían de lado a lado y se iba a caer para el agua. Ya se pueden imaginar el peso que tenia esa nevera con todo el hielo medio derretido, sodas y los pescados. El Buzo con el extinguidor en mano, no podía apretar el gatillo porque el Gordo fajado con el no lo dejaba por miedo de llenar el motor de ese liquido blnco. Yo estaba en el medio del barco y no sabia si ayudar al Mosquito en la proa que estaba a punto de caerse con aquella nevera dominándolo de lado a lado, o confrontar a estos dos que estaban retorcijando con el extinguidor. Opte por la ultima y aguante al Gordo para que el Buzo apagara la quemazón que venia del motor. El Buzo se volvió loco con aquel extinguidor, lleno aquel motor como si fuese un pintor y lo cubrio de blanco, no en valde ahora es bombero. No podíamos respirar de tanto humo del extinguidor, ni ver lo que estaba pasando, fue una explosión de un talco blanco que nos tapo por completo y el Buzo no paró de apretar el gatillo hasta que lo vacio por completo. Todos tratando de buscar un respiro después de aquello y el pobre Mosquito todavía estaba fajado con la nevera en la punta del barco, se oían los bloques de hielo adentro de la nevera dando durísimo de lado a lado. Mosquito nos gritaba amenazando que iba a soltar la nevera para el agua si no ibamos a su rescate. Lo que se formo fue un caos completo. Para que entiendan, Mosquito pesaba como 100 libras mojado y la nevera pesaba como doscientas, jajaja, bastante que aguanto el socio. El humo se disperso, bajamos la nevera para el piso y evaluamos lo que había sucedido. El motor entero, parecía un dulce con azúcar en polvo. Los cables de la batería se habían derretido y hasta uno de los postes de la batería se partió y del lado del motor de arranque había un huequito que soltaba humo como si estuviera fumando. Ya se pueden imaginar al Gordo pensando como le iba a explicar este problema a su tio. La única opción que teníamos era de llamar al Guarda Costas pero nada electrónico trabajaba en el barco. La pistola de señal de emergencia tenia problemas, no disparaba. Estabamos embarcados de verdad, en aquel entonces no había teléfono celular para llamar como ahora. Por suerte un barquito nos pasa por al lado y se ofrecen a remolcarnos hasta la marina donde ellos iban. Mosquito que estaba en la proa empieza a sacar el ancla pero tiene dificultad. El ancla se trabo con algo, El bUzo y yo lo vamos a ayudar y estaba bien difícil de levantar, no podíamos entre tres. Poco a poco fuimos levantando el ancla y algo mas venia con ella. Para nuestra sorpresa el grampín se había enganchado con un tubo que tal parecía como si fuera un cable eléctrico. Las personas en el barquito se estaban impacientando por la demora y nos dijeron que se iban pronto si no resolvíamos. La decisión fue de cortar la soga del ancla a protesta del Gordo. El Gordo exclamaba que como también iba a perderle el ancla al tio. Esta vez el Buzo aguanto al Gordo y yo corte la soga del ancla, esa misma soga se las pase al botecito para que nos remorcara. Aquella gente nos miraban como si nosotros fueramos unos locos. El ancla y la cadena la sumamos como otra perdida y el Gordo se paso el camino del remolque entero refunfuñando del desbarate que habíamos hecho al barco del tio. Lo convencimos que por lo menos íbamos en rumbo a la rampa y que ya nada mas se podía romper.

Cuando nos dimos cuenta, no habíamos llegado a la misma rampa de donde salimos, resulta ser que era una marina privada en Key Biscayne y no sabíamos ni donde estábamos. Amarramos el barco en el muelle, el Buzo y yo nos fuimos a buscar la calle para orientarnos de donde estábamos. Esta marina estaba a millas de la rampa de Crandon Park. Tuvimos que caminar como nunca antes para llegar al camioncito. Regresamos a la marina privada con el tráiler y no nos querian dejar pasar por que era para miembros solamente. Tanto dimos explicando el gran dilema que nos dejaron pasar y no nos cobraron por sacar el barco de esa rampa. Aquella rampa estaba super inclinada y para mas suerte nos toco sacar el barco con la marea baja, asi que el grado de inclinación era exagerado. Tambien notamos que el barco estaba inclinado hacia un lado por todo el agua que le había entrado. Ahora también tenia vimos que la sentina se habia llenado de agua por una entrada de agua por el sello del eje. Entre todos guiamos el barco hacia el tráiler, el Gordo le daba a la palanca del winche del trailer y poco a poco entraba. El Buzo engancho el 4×4 de la transmisión del camioncito y me dijo, “vas a ver la potencia de este camioncito, esto saca de todo”. El camioncito marcha adelante se forzaba tratando de sacar aquel barco y nada pasaba. Las gomas no patinaban, pero tal parecía como que no tuviera fuerza y como si estubiera trabado. “Debe ser todo el peso del agua adentro del barco” alguien dijo. El Buzo cada vez aceleraba mas el camionsito, se oian las revoluciones subiendo del motor…hasta que se oye un golpe muy fuerte “PLACATA” y el camioncito empieza a rodar rápido sacando el barco por completo de la rampa. Mosquito y yo estábamos alagando al Buzo por la potencia de su camioncito cuando oímos un grito del Gordo que decia “¡la pata de gallina!” y nos trae un pedazo de hierro bronce que se habia partido del barco. Para explicarles, la pata de gallina es la pieza estilo aleta cual aguanta el eje de la propela abajo de un barco de eje. La pata de gallina estaba aguantando al barco contra la rampa rosando con el piso y era la razon del porque aquel barco no se movia hacia adelante sacandolo de la rampa. Todos menos el Gordo estábamos muerto de la risa, no se si fue por el nerviosismo de todo lo que habia sucedido o por alivio de que esa odisea había acabado y que al final estábamos sanos y salvos, contentos de regresar y hacer el cuento.

Lo único que faltaba era dar la cara al tio de todo lo que paso y los desastres. Todos respaldamos al Gordo y estuvimos a su lado al llegar a la casa del tio. Dimos nuestras mas sinceras explicaciones y disculpas. Para mi en particular, lo difícil no fueron todas las dificultades que pasamos ese dia. Lo mas difícil fue el momento cual estábamos los cuatro parados al lado del barco en atención, muy serios oyendo al tio regañándonos. Yo aguantando la sonrisa por la cara que tenían los socios, por ahora todo iba bastante bien. El tio seguía hablando inspeccionando el casco del barco y de pronto se agacha, pone la mano en la cabeza. Yo inicie una carcajada muy alta y contagiosa cual hiso que todos se explotaran de risa a la misma vez cuando el tio exclamo diciendo “¡Y donde esta la pata de gallinaaaaaa!” Jajaja…..jajajaja…..jajajajaja.

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El Cajil